La semana pasada me embarqué en un reto. Hoy es el séptimo día y he dejado siete pins tipo chapa en el montón que veis en la foto. Voy a hacer un repaso de cómo ha ido la semana.
Me he librado de
veintiocho cosas (cada día sumaba al montón un número de cosas igual al de los días que llevaba haciendo el reto), podéis verlas en la imagen. Ha sido relativamente
fácil porque algunas eran material de embalaje y, otras, cosas que ya no
funcionaban. Podéis pensar que tirar una caja de cartón no cuenta, pero si has
guardado esa caja año y medio pensando en que te podía servir para guardar
otras cosas o para enviar algo por correo, pues sí cuenta, porque ha estado
ocupando espacio, ha tenido que ser reubicada múltiples veces y ha sido salvada
de ser tirada otras tantas veces.
Remordimientos
Soy una persona que
siente remordimientos por producir residuos. No es que tolere fácilmente que mi
casa parezca una central de reciclaje de papel y botellas de plástico, es que
me “molesta” tener que tirarlos porque no me convence el sistema de recogida y
reciclaje, que gasta tanta energía. Sé que al final todo eso acabará en la
basura, pero tiendo a pensar que un segundo uso, al menos, reducirá parte de su huella
ecológica.
También hay cosas que no puedo reutilizar -o no se me ocurre cómo- y que guardo para no pensar que estoy "ensuciando", pero el hecho es que ya son basura, porque no pueden ser utilizadas, da igual que estén en mi casa o en el contenedor.
¿Tienes tiempo para
esto?
A la lista de todos
los proyectos y obligaciones, se une entonces el tener que reciclar algo. Si
uno de mis principales proyectos fuera el reciclaje o si lo hiciera con cierta
frecuencia -como actividad de fin de semana, o haciendo tutoriales, por ejemplo-, no tendría este dilema.
También es verdad
que algunas cosas son más rápidas de reutilizar o reciclar que otras. Enseguida
se puede cortar la parte de abajo de una botella de plástico para usarla como
recipiente. El problema surge cuando esos reciclajes forman parte de un
proyecto mayor, por ejemplo, acumular muchas botellas para plantar cosas en
ellas, para hacer distintas mezclas en ellas o para utilizarlas como soporte de
alguna manualidad.
Entonces hay que
ser muy honesta respecto a lo que se es capaz de hacer con el propio tiempo y,
sobre todo, centrar las energías y la concentración en los proyectos que
resulten más significativos para una misma. De todas formas, aunque se disponga
de tiempo, no se pueden reciclar todos los residuos que se producen.
Compramos basura
Tener que
enfrentarme, por problemas de espacio y de concentración mental, a la tendencia de la reutilización y el reciclaje, me está haciendo ver que no es efectivo
intentar no producir residuos cuando ya los he consumido.
A parte de que el
producto que estemos comprando se vaya a convertir en un residuo muy pronto
-antes incluso de que nos atrevamos a tirarlo a la basura-, también estamos
consumiendo los envases y embalajes asociados a él, aunque no contemos con
ellos porque estamos pensando en el contenido.
La clave para
evitar tirar no es conservar, sino evitar consumir cosas de las que no vamos a
poder ocuparnos (De nuevo, en este punto hay que ser muy honesto). Las cosas
que consumimos no necesariamente las hemos pagado, tomar algo gratis también es
consumo, ya que ese objeto ha tenido que ser producido-extraer la materia
prima, elaborarlo y transportarlo- para que lo usemos.
Estrategias
He pensado en tres estrategias que me pueden ayudar, pero acepto sugerencias.
- Priorizar. La realidad es que no hay tiempo para todo. Por eso hay que establecer unas prioridades y ser realista en cuanto a su cumplimiento. Suena fácil decirlo, sin embargo es un proceso que debe ir perfeccionándose progresivamente. De momento, tengo claro que hay demasiados objetos en mi vida y que no puedo ocuparme de todos. Tendré que profundizar en esto.
- Establecer un plazo. No está mal reutilizar o reciclar productos y materiales, pero para evitar guardarlos demasiado tiempo y que luego vayan a la basura tal cual, he pensado en establecer un plazo en el que deben ser utilizados. Si no me ocupo de ellos en dos semanas -por aquello de que unas semanas vienen más “cargadas” que otras-, con pesar, irán a la basura.
- Consumir menos. Para que haya menos pesar, la clave está en no consumir cosas -sean compradas o gratuitas- que se puedan convertir enseguida en residuo. Esto no sólo significa ser más reflexiva a la hora de comprar, sino que los residuos asociados a un producto -como recambios de usar y tirar, embalajes y envases- pasan a ser un nuevo criterio de selección a la hora de comprar: optaré, dentro de mis posibilidades, por las alternativas que los eviten.
Como veis, de
momento estoy aclarando mi forma de pensar respecto a qué es un residuo, no me he ocupado todavía de ningún
objeto significativo del que nunca haya pensado desprenderme. Veremos que pasa esta semana cuando, al final,
me haya desprendido de 77 cosas más. ¿Qué pasará cuando haya acabado con las
“chuminadas” y tenga que empezar a considerar objetos más “importantes”?
¿Guardas cosas
para reutilizarlas o reciclarlas por ti mismo (envases, ropa vieja,
tazas rotas, etc.)? ¿Cómo decides las que conservas y las que tiras?
No veo en tus estrategias la opción de no reutilizar. Aunque bueno no del todo. Reutilizar solo lo que sabes con certeza que vas a usar. Por ejemplo en mi oficina reutilizamos papel escrito sólo por una cara, pues se utiliza para tomar notas, hacer un croquis etc. Hay un lugar para ese papel. Es decir, la necesidad va primero y luego el objeto que satisface esa necesidad, y no al revés. Si no sabes ahora la utilidad de una cosa, es que no la tiene, y seguramente no la tendrá nunca.
ResponderEliminarHas hecho la parte fácil de tu reto. Suerte con la siguiente fase!