Mi padre dice que
tengo Síndrome de Diógenes, refiriéndose a la cantidad de trastos que acumulo en casa y al desorden. Yo misma reconozco que los enredos me sobrepasan y me gustaría
hacer algo al respecto, pero aprecio todos esos trastos y tengo múltiples
aficiones en los que utilizarlos. Así que cuando me planteo encontrar una
solución, siempre aplazo la respuesta. Ahora un curioso reto me ha incitado a
la acción.
Todos acumulamos
cosas
Hay gente que
atribuye en broma el Síndrome de Diógenes a las personas que tienen su casa o
su habitación abarrotada de objetos, sobre todo si están desordenados. Sin
embargo, hoy en día muchísimas personas acumulan montones de objetos que no
necesitan, con la diferencia de que los tienen bien guardados y empaquetados en
muebles de Ikea (de la sección "almacenaje") o en trasteros. Tantos objetos que no los ven
en años y no los utilizan nunca.
¿Entonces todos
tenemos el Síndrome de Diógenes?
Me sorprendió
descubrir que Diógenes de Sinope, el filósofo griego cuyo nombre se utilizó
para denominar dicho síndrome, predicaba con el ejemplo el desprecio a los
bienes materiales; sus únicas posesiones eran una capa, un zurrón, un bastón y
una escudilla, de la que se deshizo cuando vio a un niño beber agua en el
cuenco de sus manos.
En base a esto,
debo pensar que haber dado ese nombre a tal trastorno se debe sobre todo al
aislamiento social y a la imagen de desidia que se atribuyen al filósofo, y no
a la acumulación de objetos, ya que Diógenes de Sinope, entre otras cosas, era
un pedazo de minimalista, alguien que sólo se quedaba con lo esencial.
Otro enfoque sobre Diógenes
Tanto en la mente
como en el espacio físico, aferrarse a unas cosas impide que otras nuevas
entren en nuestras vidas o que nos centremos en lo que realmente nos
importa.
Algunas personas se
han dado cuenta de esto y han decido dejar de acumular trastos. Sus criterios y
técnicas para reducirlos varían, pero lo que tienen en común es que se quedan
con lo esencial, aquello que usan a menudo, que tiene una utilidad práctica en
su vida y que les ayuda a desarrollar sus verdaderos intereses.
Se llaman
minimalistas. En este sentido, el movimiento minimalista, no es estético, sino
un estilo de vida que cuestiona las propias posesiones, el uso del
tiempo, e incluso las relaciones poco enriquecedoras.
Siempre han habido
personas que viven con lo esencial, pero, hoy en día, tropezarse con alguien
que haya reducido sus posesiones a propósito, preguntándose cuáles de ellas
deben tener un lugar en su vida y cuales no, es raro.
El juego
minimalista
Hace tiempo que
conozco el minimalismo y me había encontrado con algunos artículos de Joshua
Becker, Everett Bogue, Leo Babauta, Colin Wright, Joshua
Fields Millburn y Ryan Nicodemus, famosos minimalistas que comparten sus
experiencias y reflexiones en Internet. Pero, aunque me parecía un estilo de
vida apasionante, responsable, coherente y sostenible, nunca había hecho un
esfuerzo serio por aplicarlo.
Hasta
que leí una propuesta de Joshua y Ryan, un “juego” que consiste en eliminar de tu vida -regalar, vender o tirar- un objeto el primer día del mes, de dos el segundo, de tres el tercero y así sucesivamente hasta llegar al último día del mes, en el
que habría que sacar 30 o 31 objetos de una vez.
Necesitaba un reto
que fuera nuevo cada día, por eso al leer la idea de este juego minimalista
sentí una gran curiosidad por saber dónde estaban mis límites.
¿Me atrevo?
La propuesta parece
simple, pero hay algunos factores que pueden complicarla. Uno de ellos podría
ser la planificación. Algunas personas preferirán hacer listas de lo que van a
sacar de sus vidas, pero en mi caso creo que planificar no va a ayudarme, sino
que contribuirá a que empiece más tarde. Otro factor a tener en cuenta son las
“reglas del juego”, como qué tipos de objetos cuentan (está claro que no pueden
ser cosas que iba a tirar de todas maneras, pero yo, con la excusa del
reciclaje, acumulo cosas que otras personas tiran normalmente) y en qué plazo
hay que deshacerse de ellos (cuando decides tirar es fácil, pero cuando quieres
donar o vender, no es realista pensar que ese mismo día podrás llevar el objeto
a quien le hace falta; por otro lado, dejar esos objetos metidos en cajas
dentro de casa, es quedarse en el punto de partida). Además, aunque ahora no
quiero pensarlo, no debe ser fácil desprenderse de veinte cosas el vigésimo
día, cuando ya te has desprendido de 190.
En cualquier caso he
decidido improvisar. Pararme a pensar demasiado me haría perder el impulso que
me hace falta para empezar con esto. Me centraré en un periodo extremadamente
corto: un objetivo por día, de eso se trata, si no la propuesta sería “deshazte
de golpe de 481 objetos”. Aunque en mi caso serán 351, porque decidí empezar el
día de mi cumpleaños y no el primer día del mes. Como veis, también soy
flexible con las “reglas”. Pero creo que eso no es malo, se trata de adaptar el
juego a una misma para que, al fin y al cabo, sea de utilidad. De nada serviría
ceñirme a unas premisas que me de pereza cumplir y que me lleven a abandonar el
reto antes de haberlo empezado.
¿Qué pasará?
No tengo ni idea. No estoy segura de tener 351 cosas de las que quiera desprenderme. Puede que no pase de la segunda semana, pero me apetece un montón averiguarlo. Es un experimento emocionante y espontáneo, pero también puede ser frustrante, agobiante y difícil. Y he decidido compartirlo aquí, aunque eso suponga exponer mi fracaso. Asistiréis casi en directo -un post al día me parece excesivo, así que haré resúmenes semanales con fotos- a mis dudas, dificultades y reflexiones. Podéis animarme, contradecirme, reíros, dar ideas, pasar de todo o leer con morbosa expectación.
No tengo ni idea. No estoy segura de tener 351 cosas de las que quiera desprenderme. Puede que no pase de la segunda semana, pero me apetece un montón averiguarlo. Es un experimento emocionante y espontáneo, pero también puede ser frustrante, agobiante y difícil. Y he decidido compartirlo aquí, aunque eso suponga exponer mi fracaso. Asistiréis casi en directo -un post al día me parece excesivo, así que haré resúmenes semanales con fotos- a mis dudas, dificultades y reflexiones. Podéis animarme, contradecirme, reíros, dar ideas, pasar de todo o leer con morbosa expectación.
¿Pensáis que es posible conseguirlo? ¿Tal vez alguien más se atreva a intentarlo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario